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Patrimonio cultural

Las frutas y sus espacios domésticos

Las tareas de colonización y exploración del territorio fueron empresa larga y dura por la resistencia que presentaron los aborígenes a la penetración europea. Cuando esa resistencia fue sojuzgada en cierta medida, los primeros asentamientos se ubicaron en sitios vecinos a los poblados indígenas. Se podían aprovechar los recursos alimenticios del medio y observar a los indígenas consumir los diferentes productos que les ofrecía la naturaleza circundante.

Posteriormente, cuando ya se había consolidado el periodo colonial, fueron surgiendo centros urbanos en diversas regiones del país cuya estructura fue planificada siguiendo los patrones que impusieron los grupos europeos. Así mismo, la distribución de los espacios en las viviendas se hizo siguiendo el esquema de la vivienda mediterránea

Alrededor de una plaza central se asentaban las viviendas en cuadrículas o manzanas. Los terrenos eran bastante amplios y fueron reduciéndose de tamaño a medida que la población iba en aumento. En algunas viviendas hispánicas había un segundo patio y eran comunes los corrales con dimensiones acordes a las de la casa. Patios y corrales fueron elementos característicos de la vivienda mediterránea.

En Venezuela estos dos elementos fueron incorporados en las viviendas urbanas que durante siglos construyeron en nuestro país. Por mucho tiempo las casas fueron de un solo piso y las habitaciones estaban ubicadas alrededor del patio central donde frecuentemente se instalaban pilas y se sembraban plantas ornamentales y fragantes, y algunos frutales como el naranjo, el limonero y el granado, que además de proporcionar sus frutos servían como piezas decorativas.

El patio tradicionalmente fue el espacio para el cultivo de frutales y para el desarrollo de ciertas actividades domésticas. Era el sitio favorito de los juegos de niños y en épocas de maduración se incrementaba su predilección por ese espacio. El corral fue escenario para la observación del ciclo reproductivo, la renovación del follaje, la floración y sus aromas.

En cada temporada de cosecha participaban, con frecuencia, todos los habitantes de la casa en tareas culinarias adicionales de preparación de dulces de almíbar, jaleas, mermeladas, etc. Algunas frutas muy maduras se empleaban en la preparación de jugos, carotos. Otras para la elaboración de vinos o licores caseros.

En cada región existieron variantes en los tipos de cultivos. El limonero es uno de los que encuentra más reciente en patios y jardines. La extensión de estos espacios era muy variable, así como sus tipos de cerca. El cuidado del terreno no era muy complejo, se limitaba a la tarea de regar las plantas y protegerlas de la voracidad de los animales como bachacos y gusanos.

Las necesidades de la vida moderna, así como el aumento de la población, hicieron disminuir las dimensiones de los grandes solares. Sin embargo, la disposición de los espacios domésticos persistió hasta bien entrado el siglo XIII, cuando comenzaron a construirse edificaciones más altas, manteniendo siempre los corrales como un espacio esencial de la casa.

Actualmente, con una ciudad cada vez más urgida para ubicar a sus habitantes, ha sido enorme la revalorización del terreno. Se demolieron casi todas las casonas como espaciosos patios, jardines y huertos. Cómo las casonas desaparecieron los traspatios y corrales, con ellos se fueron las más apreciadas plantas frutales, ahora solo hay jardines.

Frutas Venezuela

En muchas poblaciones de provincia, afortunadamente, se conservan patios y corrales donde pueden verse numerosas plantas cargadas y donde acuden niños y pájaros golosos en busca de los sabores de aquellas frutas que fueron la delicia de otros tiempos y que podía hallarse cuando había cosecha en las propias casas.

No obstante, estas plantas hoy rezagadas a espacios de áreas más alejadas, pueden ser fuentes de vitaminas y lo que es más importante, de gozo, para nuevas generaciones venezolanas que redescubrirán con si cultivo esos exquisitos sabores que describieron con tanta efusión los cronistas europeos cuando tuvieron, en su época, la oportunidad de probarlos.

 

Texto extraído del libro Frutales menores de la tradición venezolana, editado por Fundación Bigott.