Hubo muchas sociedades aborígenes que habitaron este territorio antes de la llegada de los europeos y la consiguiente invasión de esta parte del continente americano. A partir de los restos de los artefactos realizados por estos pueblos, podemos ver las habilidades y destrezas que desarrollaron. Intentamos seguir algunos de los rastros de los artefactos encontrados para reconstruir sus posibles formas de elaboración, los materiales utilizados y la posición de los artesanos en esas sociedades.
En este texto damos mayor relevancia a tres materias primas: la piedra, la arcilla y las conchas marinas, aunque sabemos del uso de otros materiales como el hueso, el cuero, el azabache, las fibras naturales, la madera y los metales.
La piedra
Desde hace por lo menos catorce mil años han vivido grupos humanos en Venezuela. De esa época datan las primeras puntas de lanza labradas en piedra encontradas en Taima Taima, Muaco y El Jobo, en el estado Falcón. En estos lugares se encontraron espacios dedicados al trabajo con piedra; el procedimiento consistía en reconocer la materia prima (cuarcita, pizarra, serpentina, chert, diorita, caliza, nefrita, cuarzo) adecuada para la función requerida: como arma, para destazar animales, para el trabajo de recolección de vegetales, para la elaboración de prendas, para la pesca, como herramienta, para realizar artefactos ornamentales o de rituales.
Conjuntos de estas piedras se podían encontrar en afloramientos en la superficie o en vetas que excavar, allí se instalaban los canteros a realizar el primer procesamiento, que consistía en ubicar las rocas que sirvieran de núcleos principales de donde extraer por percusión fragmentos de distintos tamaños y volumen, o recolectar aquellos fragmentos que se desprendieran de rocas más grandes; así se producían preformas que luego serían trabajadas hasta convertirlas en distintos artefactos.
Los trabajos realizados con piedra no se restringen a esta etapa temprana del poblamiento del territorio venezolano; en épocas posteriores continuó su elaboración, con algunos cambios en la producción, en el uso o en la función social.
La arcilla
Los primeros indicios del uso de la arcilla y su procesamiento hasta convertirse en cerámica son los encontrados en las riberas del rio Orinoco, con una antigüedad de unos tres mil años a.P., en el sitio de El Saladero y también en Barrancas en el estado Monagas. En la cerámica hallada por los investigadores en arqueología se diferenció: la realizada para servir de utensilios más cotidianos, como los necesarios para la preparación, cocción y almacenamiento de alimentos; o los decididamente rituales, ornamentales, de recreación y funerarios, como las urnas, trípodes, estatuillas, collares, pipas, entre otros.
En cuanto a los aspectos de la elaboración de la cerámica precolonial, sabemos que usaron distintas arcillas y las prepararon según el tipo de objeto que se iba a realizar, para ello, era necesario conocer el territorio y los lugares de donde extraer el material básico, y después agregar otros componentes, como los llamados desgrasantes para fortalecer las pastas cerámicas; con este fin se usó arenisca, rocas y conchas de caracol trituradas, esponjas de río, polvo de piezas ya cocidas, e incluso cenizas de ciertos árboles; con esta mezcla se mejoró la resistencia de la arcilla para su manipulación, como también su exposición a fuego directo en el momento de la quema y en su uso en aquellos casos que sean productos para la cocción de alimentos.
Las técnicas de trabajo empleadas abarcaban desde el estiramiento, el modelado básico, por rollos, el acoplado por partes, y el uso combinado de varias de ellas. Para efectos de acabado de algunas piezas, se utilizó el bruñido y pulido.
En cuanto a la cocción de las piezas, a parte de las quemas al aire libre sobre camas de leña, usaban otra forma como el empleo de hornos hechos como cámaras en la tierra con atmósfera controlada, muestra del conocimiento tecnológico de los artesanos que elaboran los objetos de uso ritual según otras características no solo técnicas, sino también estéticas y funcionales.
Las conchas marinas
En muchas investigaciones arqueológicas por todo el país, se reporta la aparición de restos de objetos de concha en grandes o pequeñas cantidades y en lugares que pueden distar hasta seiscientos kilómetros de los sitios de recolección. De emplear la carne de moluscos como producto para el consumo, la utilización de su concha calcárea se convirtió en materia prima para la elaboración de objetos, principalmente como adornos, para efectos ceremoniales y rituales, e incluso como medio de intercambio.
Las primeras narraciones de los exploradores europeos por estas tierras describen un tipo de “moneda” de intercambio entre distintos grupos -también era usada como una señal de distinción social- la cual llamaban “quirpa” o “quitero”, y consistía en collares de varias vueltas de cuentas de conchas.
De la concha del Strombus gigas, o guarura o botuto, como se le conoce comúnmente a este gran caracol, se elaboraron muchos de los trabajos encontrados en el país, las cuales podrían provenir de las costas de Falcón, de La Guajira o de Los Roques. En estas costas se comenzó la primera etapa de la manufactura, que consistía en seleccionar partes del botuto y seccionarlas, haciendo preformas de donde luego se fabricarían otros objetos.
Desde aquí comienza el viaje del Strombus, pues sabemos que las sociedades recolectoras de las conchas no necesariamente fabricaban estos objetos en gran cantidad, esto sucedía en la zona del Lago de Valencia o en el Valle de Quíbor, donde estaban artesanos especializados en labores; de su dedicación saldrán los collares, pendientes, placas aladas, anillos, que luego continuarán su desplazamiento, llegando hasta las sabanas y piedemonte andino, así como las montañas de Táchira, Mérida y Trujillo.
Texto extraído del libro Artesanos y artesanías de Venezuela de David Ocanto, editado por Fundación Bigott.