El oficio artesanal de la cestería se caracteriza por el trabajo con fibras duras y semiduras con las que se elabora toda gama de cestas de uso doméstico, canastas, petacas, esterillas, sombreros, entre otros. La cestería precede a la alfarería y es anterior a todo trabajo de cuerdas y telar. Probablemente se originó como un método para transportar los frutos de la recolección, la caza y la pesca.
Desde los primeros siglos de la era cristiana, la cestería fue un oficio común entre las sociedades prehispánicas ubicadas en el bajo Orinoco, los llanos occidentales, la cuenca del lago de Maracaibo y el valle de Quíbor. Huellas de cestería aborigen impresas en fragmentos de alfarería encontrados en estos lugares han permitido identificar algunas técnicas conocidas como el tejido cruzado en diagonal, tejido en forma de damero y tejido de sarga, las cuales todavía son utilizadas por algunos indígenas que actualmente habitan en la Guayana y Amazonia venezolana.
La cestería indígena actual ha evolucionado hacia formas que han debido adaptarse a las necesidades del intercambio comercial, la inmensa variedad de usos y materiales dan cuenta de la abundancia de especies vegetales utilizadas, sometidas a un sencillo proceso de corte, separación de partes útiles, secado y tinte para la elaboración de estos productos. Se requiere además de destreza manual para retorcer, entrecruzar, enrollar, tejer, coser, plegar y amarrar, además de paciencia y concentración por parte de los artesanos en el diseño de complejos patrones gráficos.
Tal es el caso de la cestería, YeKuana, Warao y Panare, comunidades que fabrican una cestería de altísima calidad destinada a la venta, además de una diversidad de objetos. En el medio rural, las formas y usos tradicionales de cestería también se han conservado, constituyendo un importante oficio artesanal, Las cestas que se producen en Mérida, Táchira, Trujillo, Nueva Esparta y muchos otros poblados de nuestro país, se utilizan principalmente para las faenas de subsistencia, como cargar, almacenar o recolectar.
En Margarita
En la isla de Margarita, estado Nueva Esparta, hay artesanos que todavía se dedican al oficio de fabricar cestas artesanales para la pesca, utilizando materiales locales (palmas). También se elaboran bolsos y sombreros hechos con cogollo de palmas, una de las principales manifestaciones de la cestería Margariteña. Cuando las palmas están blancas, con un simple cuchillo se extrae la fibra. Una de las maneras más frecuentes de hacer el sombrero de cogollo y los llamados sombreros de copa baja, es tejiendo largas crinejas que luego se cosen a mano o a máquina, iniciando su forma desde el centro de la copa hasta el remate del ala.
En Oriente
En algunos poblados existen campesinos cuyo oficio se basa en la producción de todo tipo de cestas. El procedimiento tradicional para la fabricación de objetos artesanales comienza con el proceso de selección de la caña, a la cual se le raspa la corteza con ayuda de un cuchillo, luego de dejarlo unos días al sol, hasta que quede color blanco, y la fibra lista para ser cortada. Entre los productores de la región oriental, se destaca una cesta de tipo hexagonal tradicionalmente utilizada para cargar verduras y lavar el pescado. Hay muchos que se hacen especialmente para guindar en el techo y procesar en ellos el casabe y otros alimentos. Aunque estas cestas se fabrican con los procedimientos tradicionales, la variedad de formas y diseños caracterizan a la región.
En Los Andes
Los artesanos de la región andina han buscado introducir nuevas texturas, colores y flexibilidad, que el mismo suelo les ofrece. En los mercados, casas y tiendas a lo largo de la vía que recorre los estados, Táchira, Mérida y Trujillo, es frecuente encontrar hermosos canastos de caña decorados con fibras de colores que contrastan sobre el material crudo, además de muchas otras cestas empleadas para guardar pan, Para ello se utiliza un esqueleto de madera de jabillo, cortado en listones, recubierto con trenzas tejidas con palma de caña brava.Cestería Étnica
Sería difícil hacer un listado de los usos que se le han dado a la cestería entre las comunidades indígenas de Venezuela. Nuestra cestería étnica, reconocida por su belleza, diseño y diversidad hunde sus bases en una memoria antigua. Su extraordinaria nitidez ha sido enseñada por arqueólogos, quienes han observado el conocimiento que poseen las sociedades prehispánicas venezolanas en la utilización de materiales y técnicas para la fabricación de cestas. Como es obvio suponer, la cestería indígena se ha ido desarrollando en el largo proceso de nuestra historia cultural alcanzando gran variedad de técnicas y diseños que perduran y evolucionan.
YeKuana: para ellos la obtención de alimentos de fácil conservación, almacenaje y transporte como el casabe y el mañoco, fue posible gracias a la utilización de cestas fabricadas a partir de recursos existentes en el medio. Ellos consideran ciertos tipos de cestas como tributos sagrados a todo aquello que hace posible su alimento. Una de las principales cestas de carga es la “wiwa”, la cual es llevada por las mujeres, está hecha en mamure con la técnica de tejido trenzado, y puede soportar hasta unos 60 kilos. El “wadi wadi”, es un soplador tejido en forma cuadrada o triangular con un mango largo, que se utiliza para avivar el fuego. Además, está el catumare Yekuana, que es otra cesta de carga tejida con tiras de mamure y con una variedad de técnicas.
Yanomami: ellos tejen cestas de carga y platos con bejuco mamure o masimasi descortezado y dividido en finas tiras. La principal cesta de carga es la “guatura” tejida generalmente por las mujeres para transportar diversos productos agrícolas, su tejido es tupido y se realiza con la técnica del trenzado. El “Mapire” es también una cesta de carga de forma cilíndrica y tamaño variable, generalmente fabricada por hombres con mamure descortezado, moriche y platanillo, en tejido cruzado. Al terminar de tejer las cestas se pintan con onoto y adquieren un color rojizo; al secar las superficies son decoradas con dibujos geométricos de carácter simbólico.
Kurripaco (Wakúenai): su cestería se distingue por el uso de la fibra chiquichique tejida en espiral. Esta fibra que se da en las inmediaciones del Rio Negro constituye uno de los materiales vegetales de mayor resistencia al agua. Los Kuripacos tejen, sebucanes, mares, guapas, cestas cilíndricas de base plana y de carga, y sopladores.
Warao: su cestería se caracteriza por el empleo de la fibra de tirite y la aplicación de la técnica de la Sarga. Su decoración proviene del uso alterno de las dos caras del tirite, una como trama y otra como urdimbre, variando así de textura y color. De esta forma se producen dibujos geométricos virtuales de carácter simbólico. El uso de la fibra de moriche es reciente, así como la técnica de tejido en espiral. La principal herramienta es la aguja de cacho de venado.
Panare: se distinguen por el uso de fibras de Tirite y Kesu con las que se tejen cestas de uso doméstico como manares, mapires, sebucanes, esteras, sopladores, jaulas y canastas. Así mismo han ampliado las posibilidades técnicas de su cestería tradicional para crear objetos de intercambio comercial, esto representa un nuevo estilo dentro de la tradición de la cestería guayanesa, llamado Panare Moderno.
El oficio de cestería tradicional y actual de los grupos indígenas venezolanos es el resultado de una vida compartida con la naturaleza. Desde el pasado, estos grupos desarrollaron un inmenso conocimiento del mundo vegetal explorando cada una de sus partes: hojas, tallos, cortezas, raíces, frutas, semillas y resinas. Nada, ni siquiera lo que esconde la tierra permanece oculto al conocimiento botánico indígena. Tampoco escapan de ello las materias colorantes, en su mayoría de origen vegetal, hasta la reciente introducción de tintes industriales. Es así como, a la par de haberse dedicado a la fabricación de cestas originalmente destinadas a las labores de transporte, procesamiento y conservación de alimentos, nuestros indígenas han desarrollado estilos y formas peculiares que han debido adaptarse a las necesidades de la vida contemporánea, sin desmerecer la belleza, perfección y creatividad de esta manifestación artesanal capaz de alegrar los sentidos.