Como ya hemos visto en la reseña de los orígenes de la celebración y en la España colonizadora, se establecieron severas restricciones en el consumo de alimentos durante la Semana Santa.
Se proscribe en estos días la carne roja y de aves, e impone la tradición dieta de pescado. En nuestro país en la región de los llanos, al oriente y sur, desde hace largo tiempo está arraigado el consumo de carnes de tortuga, morrocoy, chigüire y de lapa. Estos animales son cazados la víspera en ríos o bien se mantienen en cautiverio para su aprovechamiento y matados del lunes santo al miércoles.
La caza del morrocoy se realiza provocando con la quema la huida de su hábitat. Las tortugas y las terecayas son capturadas en las playas de ríos, donde también son recogidos los huevos que estos animales entierran en la arena. La preparación de este plato como tantos otros posee muchas versiones regionales, y son especiales para el Jueves y Viernes Santo. Con las lapas se hace la preparación generalmente guisada y el chigüire, propio de la región llanera en versión de “pisillo” mechado y frito, su carne se conserva en salmuera hasta su uso en la cocina.
Igualmente ocurre con algunos pescados, como el bacalao, el cazón, lebranche y otros. De ellos se preparan guisos para tortillas y rellenos de empanadas. Suelen servirse con papas y arroz y siempre con tajadas de plátano fritas. El pescado fresco es consumido en diversas formas, como: hervido, frito, en escabeche y asado. La repostería de esta conmemoración tiene sus exponentes principales en el arroz con leche o arroz con coco, diversas formas de dulce de leche, dulce de frutas de la estación, entre ellos destacan el de lechoza verde, grosella y ciruelas de huesito. También se preparan roscas de harina de maíz y de trigo, pan de homo.
JUEGOS
Por ser la Semana Santa tiempo en el cual se dispone de mayores posibilidades para el descanso, pues la actividad laboral se reduce formalmente para el cumplimiento de rituales religiosos, la oportunidad es aprovechada para reunión de personas que regularmente no tienen la posibilidad de compartir y se realizan una serie de actividades de entrenamientos para adultos y niños. Destacan entre los juegos de adultos el de “echar cocos”, practicado en las regiones costeras del centro y oriente del país. Para esto se cruzan apuestas y participan dos personas, cada una de ellas lleva una nuez de coco para chocarla con la del otro y romperla. Es ganador quien conserve el coco entero.
En el área metropolitana aún se registra esta competencia en algunas urbanizaciones. Según Miguel Cardona, existe una posible relación entre este juego y el “echar huevos” que presenta características similares, pero es jugado por niños en el lapso entre Carnaval y Cuaresma.
También se practican juegos de mesa, como cartas o barajas, lotería y dominó. En algunas regiones se considera este tiempo adecuado para adquirir nuevos juegos de baraja. En esta conmemoración se produce como ya sabemos grandes movilizaciones de personas hacia ciudades y pueblos del interior del país y aumenta el ejercicio de juegos a cielo abierto. Destacan entre los típicos de la estación: el de trompo y de zaranda, el vuelo de papagayos, juegos de adivinación y de destreza física.
El trompo es considerado uno de los juguetes más antiguos. Han sido hallados testimonios de su existencia en yacimientos arqueológicos de Egipto y de su presencia secular en China, donde formó parte de entretenimientos de la nobleza. Su llegada a Europa no puede ser establecida con precisión, pero se encuentra asociada a ceremonias de tipo ritual, de carácter adivinatorio y propias de adultos varones en comunidades campesinas. Así como otros juguetes y juegos infantiles, tiene su origen en rituales que se han desactualizado y comenzado a formar parte de entrenamientos para niños. Consideramos importante citar una enseñanza de esta actividad en la Inglaterra de los años 1800 en la cual se hace referencia a Frazer, y a la relación del juego de trompo con las del uso de juegos rituales asociados al carnaval.
Texto extraído de la Revista Bigott #13, editada por Fundación Bigott en el año 1988.