Honrando a Santos y ánimas, siete de salvadores prácticos que ofician milagros y curan males y desventuras, la fe popular prende rogativas.
La imaginación del pueblo teje una oralidad mágica y sagrada, donde se entrelazan el pasado y el presente y se funden leyendas y evangelios para dar paso a historias que tienen como hechos ciertos. Por eso es por lo que unos ángeles bajados del cielo dejaron ahí mismito, en las quebradas de Boro unas santas imágenes; que el aceite que brota de la estampita de la Virgen del Perpetuo Socorro en Turmero ha dado sanaciones a desahuciados, que el San Antonio Blanquito derrotó el pronóstico científico de una junta de médicos, y que José Gregorio Hernández sopla al oído de la Niña Juana sus recetas mágicas y le pide las direcciones de los enfermos para ir a operarlos.
Las ánimas con su poder no van en zaga, porque calman brincos, calambres y revolcones, quitan el agua del cerebro, recuperan senos, piernas y riñones, y potencian yerbas y zumos aliviadores, dan movimiento en las tullideras y memoria en los exámenes, sellan úlceras y radiadores o bien sujetan piezas mecánicas protegiendo a los conductores.
El prodigio y el milagro son como la presencia de Dios; están en todas partes. Así se ha ido alzando una arquitectura de la devoción, con la cruz coronada de piedras, la capillita de camino o la fábrica que remeda un santuario, donde la gratitud y el testimonio tienen forma de placas, milagritos, mechones de pelo, vestidos o evidencias de la enfermedad sanada.
Al margen de la religiosidad cristiana, el pueblo se crea un derecho de fe y hace a su modo la honra al santo, cuando establece que San Antonio, San Benito y San Juan son los compadres del venezolano y por lo tanto deben festejarse, amén de sus oraciones de iglesia, con el canto, el baile, el licor y el tambor. Todas estas formas de religiosidad amalgaman una conducta que se nutre de diversas raíces y tradiciones. De este que hacer y de esta oralidad, dejamos ahora testimonios para aportar nuevos elementos al estudio de la venezolanidad.
Texto extraído del libro Milagregos del camino, editado por Fundación Bigott.