Celebración de carácter popular realizada en ocasión de la fiesta del Corpus Christi, esta tradición constituye uno de los sincretismos de fe religiosa más particulares de nuestro país. En la actualidad en Venezuela existen diferentes poblaciones a todo lo largo de las regiones de nuestro país que la celebran, entre ellas: en el estado Guárico, las poblaciones de El Sombrero y San Rafael de Orituco; en el estado Cojedes, las poblaciones de San Carlos y Tinaquillo; en Aragua, las poblaciones de Villa del Cura, San Francisco de Asís y Santa cruz; en la zona costera aragüeña, en las poblaciones de Cata, Cuyagua, Chuao y Ocumare de la Costa; en Carabobo, las poblaciones de Guacara, Tocuyito, Canoabo y Patanemo; y en Miranda, en la población de los Valles del Tuy.
Las “Caretas” o “Máscaras” son la característica primordial de esta celebración, presentan un sin fin de colores y formas, y son portadoras de una simbología particular que define el rango y la personalidad de cada participante. Cada diablo lleva colgado del cuello escapularios, amuletos y medallas, danzando al son de las maracas, campanillas y cascabeles.
Entre los diablos danzantes más conocidos se encuentran: Los diablos Danzantes de Yare (Miranda), Diablos de Cuyagua (Aragua), Diablos de Naiguatá (Vargas), Diablos de Chuao (Aragua), Diablos de Canoabo (Carabobo), entre otros. Estos diablos son considerados por la UNESCO como “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”. Si bien todos pertenecen a una misma tradición que forma parte de la cultura Venezolana, por el hecho de pertenecer a diferentes regiones presentan características diversas en sus vestuarios, sus instrumentos musicales, sus rituales, que aunque sigan la misma tradición presentan variaciones, pero principalmente discierne en sus “Máscaras”.
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Diablos Danzantes de Yare.
Durante el ritual se realizan dos velorios simultáneos, se rezan rosarios, cantan fulías y recitan décimas. La música está fundamentada en dos toques ejecutados por la caja, instrumento principal de la celebración, acompañado de las maracas y los cencerros. El “Toque Carío” es la forma musical que acompaña a los danzantes, junto con otro toque denominado “La Bamba” que posee un carácter reverencial. Su vestuario suele ser un pantalón y una camisa roja, a los cuales le adhieren cruces de palma bendita y un rosario colgado del cuello.
Sus máscaras son confeccionadas sobre moldes de barro y expresan como ninguna otra la presencia del Diablo que adquiere formas extravagantes y exhibe un número variable de cachos de acuerdo con su jerarquía. El primer Capataz utiliza una máscara con 4 cachos que indican su jerarquía, en cambio el segundo y tercer capataz solo poseen 3 cachos.
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Diablos de Cuyagua.
Estos diablos rompen con un rasgo común a todas las demás poblaciones, a diferencia de las otras, que realizan sus máscaras a base de papel y cartón, las de Cuyagua son elaboradas a base de mallas de alambre que son convertidas en transparencias, a las que se le sobreponen los ojos, la nariz y la boca, metálicas también.
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Diablos de Naiguatá.
La víspera comienza con la llamada del cajero con 3 toques en la plaza principal, entonces los diablos se organizan en dos filas paralelas y avanzan de rodillas hasta la puerta de la iglesia donde rezan en silencio, luego danzan y se forman para realizar el “Bautizo” de los devotos que se están incorporando a la tradición. El día de Corpus Christi se inicia con el recorrido de los diablos y culmina con las visitas que comenzaron el día anterior. A diferencia de otras regiones en Naiguatá los diablos pintan sus propios trajes, usan un pantalón y una camisa blanca pintadas con cruces, rayas y oráculos, llevan escapularios cruzados, cruces de palma bendita y crucifijos. No utilizan la capa y el mandador ha entrado en desuso en esta población. Además es una de las pocas poblaciones donde las mujeres pueden incorporarse como danzantes.
El instrumento principal es la caja, y no portan maracas como elementos de apoyo música. Su ritual consta de 2 toques, “Toque de Llamada” y “Toque pa Bailar”. Sus máscaras están inspiradas en animales marinos y animales domésticos, tienen la particularidad de ser voluminosas, proyectarse hacia adelante y requerir de complejos armazones que las hagan manipulables.
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Diablos de Chuao.
Al sonar de las campanas los diablos hacen su recorrido hasta la “Cruz del Perdón” donde danzan frente a ella. Luego, organizados en dos filas se dirigen hacia el patio de la iglesia donde se acuestan boca abajo, haciendo penitencia por media hora. Al segundo repique se dirigen a la casa del Santo y se lleva a cabo una ceremonia con cantos y plegarias. Realizan distintos bailes como, “La Mojiganga”, “Calle arriba, calle abajo”, “La Danza” para expresar las distintas partes del ritual. Y la última danza es realizada por la Sayona, quien es la madre de los diablos representada por un hombre vestido de mujer.
El instrumento principal es la caja, pero el cuatro adquiere un carácter predominante para acompañar la procesión. Los diablos de Chuao visten un pantalón y una camisa estampados. Sus máscaras, coronadas por una cinta tricolor que une los dos cachos, portan un diseño particular donde combinan armoniosamente los colores rojo, blanco, y negro resaltando la forma de los ojos, la boca y la nariz. El Capataz, es el diablo más viejo, y lleva una sola barba (la más larga de todas), la longitud dependerá del rango que ocupe el danzante en la ceremonia.
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Diablos de Canoabo.
Estos diablos no bailan por promesa ni tienen compromisos religiosos, bailan por gusto y se basan en la antigua tradición de la zona. Cada diablo hace su mascara y solo lleva cachos la del diablo mayor, quien dirige los bailes. El traje es de satén brillante, calzan alpargatas adornadas con cascabeles y motas de estambre, que también utilizan en la cintura y en el rabo. Los diablos inician su baile saltando en dos filas que se acercan y se separan, luego forman un gran círculo que representa la cara del diablo, cuando terminan realizan el baile de la “Crineja” que lleva los tres colores de la bandera Venezolana, ahi se agarra al diablo y se termina el bailes. Este se realiza en las puertas de la iglesia una vez terminada la misa, donde además se recogen limosnas. Sus máscaras se diferencian en que esta población aprovecha la tapara como base en su elaboración.