“De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados. ”
POPOL VUH 24
Maíz es, según Lisandro Alvarado, voz taina “mahiz o mayz, como escribían los cronistas (…), que ha sido imitada en varias lenguas indígenas del continente,” 26 y ha sido conocido también con los nombres de Maíz de Indias, trigo de moro, grano turco, panizo de Indias o panizo americano, trigo de España.
Se originó como especie silvestre en el centro y sur de América, desde donde se inició su implantación y selección que permitió posteriores transformaciones genéticas, antes de lograr la importancia que la llevó a ser considerada planta sagrada y fundamental para la subsistencia de los grupos humanos de las antiguas culturas continentales, que la relacionaron en su mitología a la creación de la especie humana. Se atribuyó a la masa del grano de maíz, ser la materia prima de la cual fueron formadas las figuras de los primeros hombres.
Por la trascendencia de su cultivo fue rodeado en las antiguas culturas del sur de Norte América y en Mesoamérica, de innumerables actos rituales; hubo divinidades dedicadas a la protección de los granos y cultivos, en sus calendarios se identificaron etapas asociadas a las fases del ciclo de la planta. Se organizaron festivales mediante los cuales se propiciaba el más espléndido desarrollo de los frutos. También en los pueblos ancestrales del Perú y otros del área andina, para cumplir con la universal simbología del grano como espíritu de la vida, el cultivo de maíz fue centro de complejas y solemnes ceremonias.
Las diferentes etapas del proceso de cultivo y su posterior empleo, que procuró el sustento de numerosas naciones indígenas, fueron registradas en los códices de la cultura maya, invalorables testimonios a través de los cuales puede valorarse la dedicada atención y estudio de su siembra, cuidados, cosecha y almacenamiento. Sigue siendo uno de los más fuertes y apreciados cultivos americanos. Mantiene su vigencia en casi todos los pueblos donde ancestralmente fue domesticado y consumido y la fuerza de esta tradición ha contribuido al impulso de su agricultura en gran escala, que coexiste con el de pequeñas parcelas de trabajo artesanal.
Entre los investigadores, existen aún diferencias de criterio en relación con lo que pudo haber sido el proceso de domesticación del maíz, como bien indica Sanoja: “Por una parte parecen sugerir un único centro de domesticación en Mesoamérica y la difusión del cultivo hacia el Norte y Suramérica. pero también podría indicar la existencia de una raza de maíz ancestral a casi todo el continente y de dos centros de domesticación del maíz: uno en Mesoamérica y otro en los Andes Centrales que habrían evolucionado al comienzo de manera paralela dando origen en milenios posteriores, a numerosos y distintos híbridos de mayor productividad… ”
Lo que parece más aceptado es que como el cultivo del grano alcanza en México (Támaulipas) y Guatemala su mayor antigüedad (5.000 años a.C.), desde allí debió extenderse en épocas remotas, para lograr en distintas regiones del continente el desarrollo de variedades. En nuestro país, la referencia arqueológica más antigua parece situarse en un período que oscila entre los 800 y 400 años a.C. en las riberas del río Orinoco, y existen datos acerca de su cultivo en Barinas hace 3.000 años y en Mucuchíes. en un período que oscila entre los 900 y los 1.100 años. Según Mario Sanoja “entre las razas de maíz cultivadas en el período prehispánico. figura el derivado del maíz reventón, llamado Pollo, cultivo típico de las tierras altas.”
Texto extraído del libro Cultivos Tradicionales de Venezuela, editado por Fundación Bigott