Dura fue la lucha en el pasado siglo de los cacaos de Cumaná o Campano, como se denominaba comúnmente el cacao de Sucre, para lograr abrirse un espacio en los mercados internacionales de este fruto por tener que cargar siempre con el estigma de estar contaminadas profusamente sus plantaciones con el tipo trinitaria, que desde los inicios del siglo pasado se introdujo abiertamente en Paria, cruzándose con su nativo criollo.
Sería una historia rural larga de contar la del proceso del paisaje humano pariano para poder explicar cabalmente la existencia cotidiana del ciudadano común en su ambiente cacaotero, que con su esfuerzo diario ha garantizado por generaciones la vida, la permanencia de dicha economía agro comercial, pese al prolongado tiempo de depresión que atraviesa su cultivo, que se remonta a los años 30 del presente siglo.
El cacao, el oro de Paria en el pasado, fue el señuelo que promovió hacia su geografía un impulso migratorio sin precedentes en la Venezuela agraria. Especialmente de pobladores antillanos, que, llegando al Caribe en forma compulsiva durante la colonia, encontraron en Paria un espacio propicio, relativamente virgen, para expresarse con total libertad como una totalidad social amalgamada por el cacao. Sociedad que les permitió intercambiar sus genes sin mayores reservas raciales, así como también costumbres y creencias heredadas de sus ancestros.
Señales de la historia del gran auge del cacao en Sucre se constatan en toda la extensión de la naturaleza pariana. Abundan, a manera de documentos, ruinas de medianas y grandes haciendas cuyas llamativas y vetustas infraestructuras están semiocultas en medio de la vegetación silvestre que se ha posesionado de ellas. Huellas cuya lectura, además de rememorar el antiguo esplendor de esta agroindustria, nos confirma la existencia de un estilo de vida que en un pasado relativamente cercano dio unidad económico-social a una auténtica región histórica venezolana.
Hoy todos estos fragmentos materiales y espirituales que se aprecian a lo largo y ancho de esta geografía, donde reinó el cacao, son en el presente para los habitantes de Paria una excelente oportunidad para asomarse al pasado y conocer el verdadero origen de sus tradiciones que aún conservan, pero también una razón para confiar en un futuro más promisorio.
Texto extraído del libro Anotaciones sobre Gastronomía, editado por Fundación Bigott