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Cultura popular

El pensamiento y el pensar de la cultura

El pensar es actividad, supone implicaciones, arroja consecuencias, gasta energías y genera un haber que es activación de la mente, imaginación, resonancia corporal, gesto, desplazamiento del cuerpo, habla, manipulación instrumental, transformación de las materias y el entorno, figuración visual, escritura, cálculo, análisis, reflexión, activación de dispositivos mecánicos, eléctricos o electrónicos. El correlato del pensar es lo que se piensa, el pensamiento: esa forma elocuente que adopta la movilización de la conciencia en palpito, alucinación ensueño, imagen, trazo, frase, mito, texto, descubrimiento, invención. En el transcurso del pensar se piensa algo, alguien piensa en algo o en sí mismo; o en algo y en sí mismo. El pensamiento es lo que se está pensando, aquello que, al pensar, se piensa. Antes o después del pensar, el pensamiento es lo ya pensado, correlato latente o en acto del pensar.

pensar cultura popularLa cultura es ambiente pero ambiente generado que concierne sustancialmente a la subjetividad, es pensamiento materializado, pensamiento ambiente y como tal inseparable de la subjetividad que lo genera. A diferencia del ambiente natural, que precede y excede sustancialmente a la subjetividad, y así la interpela y condiciona, el ambiente cultural supone a la subjetividad, es obra suya. La presencia activa de la subjetividad consta en el ambiente cultural, éste es la medida de su alcance y la cifra de su sentido, de su calidad genéricamente humana y su cambiante singularidad histórica. La cultura instaura la relación viviente entre interioridad y exterioridad, característica de los seres humanos como especie. En esta relación que es la cultura, todo se mueve siempre: el interior subjetivo como el exterior natural-cultural, cada uno en sí mismo y ambos en las áreas de su contacto o desencuentro. Las fuentes y las fuerzas motrices de este constante movimiento son radicalmente diferentes, pues unas son internas y las otras externas a la subjetividad; pero la radicalidad de esta diferencia no anula el entrelazamiento de sus polos: en parte, la aparición de la subjetividad; pues unas son internas y las otras externas a la subjetividad; pero la radicalidad de esta diferencia no anula el entrelazamiento de sus polos: en parte, la aparición de la subjetividad humana es explicable por el lento devenir de la naturaleza; y este devenir, a partir del momento de la historia geológica en que surge la especie humana como acontecimiento de la historia biológica, transforma por efecto de la proyección subjetiva sobre el ambiente natural. Además, la naturaleza, por vía genética o ambiental, hace parte dé los condicionamientos de la interioridad subjetiva tanto como la subjetividad se manifiesta en realizaciones que, junto con las naturales, conforman su exterioridad. En la experiencia y la expectativa que vinculan siempre la interioridad con la exterioridad de la subjetividad, por el nexo entre lo realizado y lo realizable en que consiste lo específico humano de la humanidad, todo se encuentra sometido siempre a decisión, optar entre alternativas de realización. Lo estrictamente humano de la humanidad no se realiza como acontecimiento natural: la naturaleza le aporta solamente los elementos de su potencialidad. A la humanidad le compete transponer el ámbito de su aptitud realizadora tanto los condicionamientos recibidos de la naturaleza como aquellos resultantes del propio quehacer.

A la humanidad le compete, también, disponer su aptitud realizadora para asumir los condicionamientos naturales y culturales así como para ejercer la facultad de optar frente a ellos. Semejante aptitud hace de la humanidad una especie sin par. Su presencia terrestre conlleva una aceleración de los procesos vitales e inscribe en ellos, con el surgimiento de la subjetividad, el presupuesto del sentido; vale decir, el ejercicio y el destino del sentimiento y la conciencia, su responsabilidad dentro del margen de libertad que es inherente a la subjetividad. Con la paulatina evidencia del planeta y el cosmos que es inherente a este acontecimiento, surge también la perspectiva de su correlación con las atribuciones biológicas y subjetivas de la humanidad. El devenir se hace historia, la existencia genera sociedad; se instauran las cercanías y lejanías que, por efecto y causa de la individualidad, caracterizan a la participación humana en la construcción de lo real.

 

Texto extraído de la Revista Bigott #28, editada por Fundación Bigott en el año 1993