El Pesebre o Nacimiento es tradición de arraigo en Venezuela, incorporada a partir del proceso colonizador y de catequización, para contribuir al afianzamiento de la fe cristiana. Los orígenes de esta costumbre asociada a la celebración de la Navidad deben remitirse al siglo Xll cuando, por iniciativa de San Francisco de Asís se realiza en el bosque de Creccio, en Italia, una representación de las principales situaciones que refiere la historia sagrada al nacimiento de Jesús. Posteriormente se propagó la preparación de representaciones alegóricas, incorporándose variantes, producto de la creatividad y recursos de cada comunidad.
La Iglesia auspició la realización de estas representaciones, así como su instalación dentro de los templos, vivienda y lugares públicos, de modo que contribuyera a exaltar la devoción. Se inició la producción artesanal y artística de figuras que simbolizaban los personajes principales del Nacimiento de Jesús, que existen hoy formando colección de museos, valiosos ejemplares de esta costumbre que floreció en la península itálica auspiciado por la Nobleza del siglo XIII. Desde allí pasó a España, donde adquirió características peculiares y se popularizó.
Angel Rosemblat señala que el testimonio más antiguo de la existencia de pesebres de navidad en nuestro país corresponde a 1832, referido a la costumbre extendida en los Andes venezolanos, de utilizar plantas aromáticas para su ornamento del pesebre. Por lo general, el nacimiento se instala en espacio principal de la vivienda, de modo que constituya un elemento que invoca fe, ante visitantes esperados y eventuales. La estructura la constituyen, por lo común, cajas de cartón ubicadas hacia un rincón de la habitación y recubiertas por tela o papel coloreado y corrugado, de modo que simule los relieves naturales de la superficie terrestre. El arreglo propiamente dicho, si descontamos la presencia y disposición obligatoria de los personajes principales, es producto de la creatividad del grupo familiar, que dispondría la ubicación de las casitas, arbolitos, personajes secundarios, animales diversos, caminos, fuentes de agua. Las proporciones son irreales y es común la incorporación de pequeños adornos, flores, figuritas de juguete, etc.
Muchas familias poseen figuras de cierta antigüedad y la preparación del pesebre se inicia con el retoque de las mismas, cada año. Pueden conseguirse nacimientos hechos con imágenes de variada naturaleza, pero destacan por la laboriosa fabricación y singular estilo las que se realizan en madera de anime en los Andes venezolanos. La fragilidad de la madera, que es objeto de tallado, pintado y posteriormente vestida con retazos de tela, así como la reducida escala en que se reproducen personajes y situaciones cotidianas de la comunidad, asociándolas con la fiesta de Navidad, las hacen notables obras de artesanía.
Es también tradicional la siembra de semillas de maíz, cebada y granos varios, para emplear las plantas recién nacidas en el ornamento. Se disponen las figuras principales en sitio destacado y completando el conjunto en un escenario comúnmente elaborado en cartón, todos los demás personajes, a excepción de la imagen del niño Jesús, que se coloca el día 24 a la medianoche, en medio de la alegría familiar. Ante el pesebre se dejan presentes para ser abiertos en esta oportunidad y se realizan cantos propios de la celebración navideña.
Texto extraído de la Revista Bigott #9, editada por Fundación Bigott en el año 1986.