Entrevista para Fundación Bigott
En relación a la celebración de San Antonio:
1.-¿Cuál es el origen de la tradición del Tamunangue?
No existe información en detalle sobre el origen. Solo hipótesis. Los tamunangueros dicen que la tradición nació durante la Colonia pero hasta ahora no hay maneras de comprobarlo. Muchas de las tradiciones que conocemos son así, no tienen partida de nacimiento. Sin embargo, en Curarigua y El Tocuyo hay quien discute desde hace mucho tiempo el privilegio de ser su cuna.
Cuando se inició la conquista los españoles desconocieron y persiguieron las creencias y símbolos religiosos de la cultura aborigen. Llevaron a cabo un arduo proceso de catequización y destrucción de cuanta representación “pagana” existiera. Emplearon todo tipo de estrategias, una de ellas, enseñar con música las oraciones, historias bíblicas y dogmas. Esto les resultó muy efectivo, lo hicieron en todo el Continente. También importaron instituciones y normas de su país. Hermandades de ayuda mutua, fueron fundamentales, se nombraba un santo patrón y asumían el compromiso de organizar la celebración de su aniversario, así como hacer procesiones y jornadas piadosas.
De estas cofradías y celebraciones se supone que surgieron muchas de las fiestas tradicionales que hoy se mantienen, el tamunangue entre ellos, que debe haber nacido con el nombre Fiesta de San Antonio y, tal vez, llamado peyorativamente “Baile de Negros”, como lo conocí en el pasado. El término tamunangue es reciente: cuando niño oía que se referían a la “Fiesta de San Antonio” y “Baile de negro”. Existía la Sociedad de San Antonio (los organizadores), en su nombre se pedía colaboración para los gastos de la fiesta: fuegos artificiales, el pan de San Antonio, el sancocho y otros gastos.
2.- ¿Cómo fue su inicio en la tradición al Tamunangue? ¿Quién se lo enseñó o dónde lo aprendió?
Nací en una familia de devotos, mi padre (Esteban) pertenecía a la Sociedad de San Antonio en la comunidad, Titicare (Barquisimeto), un caserío al pie de Los Valles del Turbio. Mi papá, y también mi abuelo materno, nacieron en Curarigua donde la celebración es uno de los actos más importantes. Mi mamá (Josefina) era bailadora de tamunangue, también mis tíos. La primera vez que bailé un Son tendría unos siete años, fue con mi abuela materna, ella lo hacía para pagar su promesa. Más adelante junto a mis hermanos me dediqué a la parte musical.
Así que crecí en este ambiente, lo heredé. En Titicare San Antonio era el patrono. La comunidad entera se reunía el día trece de junio. Los músicos los había pero no estaban congregados bajo ninguna organización ni denominación grupal, se encontraban en los velorios o el tamunangue, fuera de esos eventos cada uno tenía su vida musical independiente. Bailaba toda la comunidad, promeseros o no.
Así fue mi inicio, por compromiso de fe. La fiesta era el resultado de todo un año de trabajos y promesas solicitadas y cumplidas, de rogativas (procesiones) hechas en tiempo de sequía. Luego, los miembros de la comunidad cooperaban para financiar la fiesta, y el día acordado había una misa y al terminar, el sacerdote entregaba al Santo, entonces comenzaban los actos de la comunidad.
De esa experiencia existe una agrupación: Alma de Lara, fundada por mis hermanos y amigos, dirigida por mi hermano Domingo, fue la manera de darle continuidad a lo que aprendimos cuando niños. La agrupación tiene más de 40 años de iniciada.
- ¿En cuántos bailes consiste el Tamunangue y cuáles son?
Son siete sones bailables: El Yiyivamos, La Bella, La Juruminga, La Perrendinga (o Perrendenga), El Poco a Poco, El Galerón y el Seis Figuriao. Hay un octavo que es La Batalla, que se hace para llevar al Santo en procesión. Los cinco primeros son bailes de pareja, las mujeres bailan con falda, ambos llevan una vara tejida es la que da autoridad para danzar, hacen una reverencia y se persignan ante el Santo. Luego vienen los sones de participación colectiva.
- ¿Cuál diría usted que es su favorita?
Cada son tiene su encanto. En todos resalta la alegría estimulada por el ritmo y el canto, el humorismo y el galanteo, pero hay un son, más que favorito, significativo, la Bella, un canto cuya letra es en coplas, los dos primeros versos los canta una pareja, los dos restantes la siguiente. Son versos improvisados. Pone de manifiesto la inventiva y creatividad de los cantadores.
- ¿Cómo es la música que acompaña al Tamunangue?
Inicia con La Salve, oración católica. Con ella se abre y cierra el tamunangue. El capitán o responsable hace ofrecimiento y agradece. Es lenta y melancólica, muy espiritual. La Batalla, canto de procesión y reverencia, le hace marco a los batalleros, quienes ejecutan una especie de pelea con garrotes.
Los cuatro siguientes: yiyivamos, La Bella, Juruminga, Perrendinga, son ritmos más acelerados que los anteriores, el tambor tiene una función especial allí porque marca con sus golpes el zapateo de los bailadores quienes se desplazan siguiendo las instrucciones que el cantador les indica. El Poco a poco, se compone de dos partes musicales: La primera lenta, dramatizada, la otra, denominada “Corrida”, es baile zapateado y rápido, se utilizan varas como los primeros sones.
La pareja representa a varios personajes (tres en Barquisimeto, dos en otras localidades), son partes jocosas: Los calambres, el Caballito, el Guabinero. El hombre dramatiza a cada una de estas figuras, la mujer le corresponde, bien atendiendo al bailador que “enferma” inesperadamente, tratando de “amarrar” al Caballito mañoso, o evitando que el guabinero la agarre.
Las diferencias que existen entre un tamunangue de una y otra localidad indican algo que se debe tener presente: no hay un tamunangue único, invariable. Cada lugar tiene su manera de entenderlo y practicarlo.
- ¿Cuál es la significación social del Tamunangue?
Es un acto evocador de la historia. Para mí representa parte de mi historia familiar. También lo importante de la unión y organización comunitaria que se evidencia en sus partes: el velorio, la procesión, la misa, los bailes, ninguna puede suceder si no hay interacción y organización comunitaria. Algo del pasado nos están contando esos nombres sin significado aparente (Yiyivamos, Juruminga, Perrendenga), los instrumentos: el tambor tamunanguero que es parecido a los cumacos de las comunidades costeras descendientes de africanos, hay un relato en los instrumentos de cuerda, el cuatro es lo más conocido, pero existen el cinco y el medio cinco, instrumentos de cinco órdenes y seis cuerdas, el requinto, un cuatro con una cuerda adicional octavada.
¿De dónde salieron estos instrumentos?, ¿Cómo llegaron?, ¿Cómo se han mantenido hasta el presente? De entrada uno puede hablar de mestizaje, de herencia colonial, pero esto hay que desmenuzarlo, comprenderlo, explicarlo desde todos los ángulos posibles. Así tendríamos un relato rico en saberes sobre la cultura de nuestro país, que las nuevas generaciones desconocen. O conocen sólo en partes fragmentada.
- ¿Por qué considera que es importante difundir las tradiciones de nuestro país?
Cuando se da a conocer una tradición festiva como ésta se está informando a quienes no saben cómo es. Quien conoce bien, comprende, respeta y aprecia bien.
Sólo a manera de ejemplo: en el tamunangue es norma que en el canto de la Salve todos los presentes deben descubrirse si llevan puesto algún tocado, gorra o sombrero, y quienes no estén cantando deben permanecer en silencio, es un momento de oración, quien no lo sabe no lo hace. Es común que cuando hacemos un tamunangue fuera de su lugar, chocamos con estos comportamientos que es por desconocimiento.
Igual sucede con la vestimenta, si algún extraño se atreve a participar en el baile, debe saber que hay una regla: la mujer tiene que bailar con falda, y esta regla hay que cumplirla aunque no le encontremos lógica. Al tamunangue hay que apreciarlo como una expresión devocional y festiva, la fe es un elemento determinante.
Por otro lado, en la medida que conocemos y respetamos la cultura del otro, estamos creando lazos. La cohesión es muy importante en la sociedad. No hay que ahondar mucho en las razones. Estamos viviendo en la actualidad momentos de crisis que hacen sentir la necesidad del respeto al otro, no solo se trata de respetar las tradiciones festivas, se trata de respetar la cultura ajena.
También está el hecho de que las tradiciones festivas nos identifican como pueblo, nos dan identidad, nos distinguen frente a las otras culturas.
En Caracas hemos estado promoviendo un movimiento tamunanguero con este fin, dar a conocer al Caraqueño y a todos los interesados el tamunangue, cómo apreciarlo y practicarlo. En esto me ha apoyado un excelente equipo de gente, apasionada, que se hicieron tamunangueros y luego promotores del tamunangue. También instituciones como la Fundación Bigott donde acude la gente que quiere profundizar sus conocimientos sobre la cultura festiva venezolana, con Bigott he tenido apoyo permanente, de hecho, este movimiento nació allí. También otras instituciones como la Universidad Nacional Abierta (UNA), el CEA (Centro Cultural Educativo, Andrés Eloy Blanco) de Guatire, etc.
Con talleres fuimos creando un movimiento que pasa de los 20 años y más recientemente lo concretamos con la “Sociedad Tamunanguera de Caracas” (SOTACS) próxima a cumplir una década. De esta iniciativa surgieron varias agrupaciones: Cantauría larense, Sol larense y, recientemente, “Agave al Natural”, y además, un grueso de gente que se dedica al disfrute del tamunangue como hecho popular y devocional.
La actividad que regularmente hace la Sociedad Tamunanguera de Caracas son talleres, llevar el calendario de celebraciones de tamunangues en Caracas, realizar encuentros para debatir y compartir conocimientos y cantos, estimular la búsqueda, la investigación.