Desde la colonia comenzaron a celebrarse en el mes mayo estas ceremonias para expresar devoción a tan importante símbolo cristiano. La cruz, que preside las ceremonias en su honor, está siempre colocada en lugar principal. Al recorrer las carreteras de nuestro país podemos apreciar que a la entrada o en zonas cercanas a la plaza principal de numerosas poblaciones suelen hallarse cruces colocadas en lo alto de pequeños escalones. En otras es común hallar un lugar denominado Cruz Verde, donde existe o existió una cruz. Muchas de ellas fueron instaladas durante el período colonial o en fechas posteriores como emblema de la conversión de sus habitantes y de protección de los pueblos. Asimismo, durante el mes de mayo es común observar a la orilla de las carreteras, sobre todo en las zonas agrícolas, enramadas de palmas que cobijan una cruz adornada con recortes multicolores de papel y, en ocasiones, con flores naturales, las cuales se colocan durante todo el mes en señal de reverencia.
La instalación del altar es tarea primordial en la realización del velorio, que, por lo general, es labor femenina. El grado de complejidad en la elaboración es variable y depende principalmente de los recursos de los organizadores. La cruz -o cruces, pues pueden ser varias y de diferentes tamaños- casi siempre está ubicada sobre una mesa vestida con manteles o sábanas. Detrás de ella suele colocarse un lienzo semejante a modo de telón, enmarcado con un arco de hojas de palmas, que pueden también adornarse con flores y recortes de papel de colores.
La cruz se adorna generosa y libremente con papeles coloridos y flores naturales. Ante ella se disponen recipientes con flores frescas o artificiales, otros para colocar velas y dinero que ofrendan los asistentes al velorio y diversas imágenes religiosas. En algunos lugares suelen colocarse frutos de la cosecha como ofrenda.
Si bien el 3 de mayo es el día consagrado a la Invención de la Cruz, los velorios en casas particulares suelen llevarse a cabo durante todo el mes, especialmente en las noches de los viernes y sábados. Las celebraciones tienen carácter abierto, pero son los organizadores quienes, como parte de su promesa, invitan a recitadores, músicos y vecinos. Para la ocasión se proveen de alimentos y bebidas que se brindarán a los asistentes, lo que también es parte del pago de la promesa ofrecida.
Se alterna la declamación y la música con el rezo del rosario, que puede ser cantado o rezado. Por lo general no se baila, pero, cuando se hace, se cubre la cruz con un lienzo en señal de respeto, o se danza en otro espacio donde no esté el altar.
El día 31 del mes se celebra el último Velorio de Cruz a la medianoche. En algunos pueblos de la costa central se llevan a cabo ceremonias para festejar la entrada de mes de San Juan, cuando se sustituye en los altares el símbolo de la cruz por la imagen de San Juan Bautista, a quien se consagra el mes de junio.
Las recitaciones se alternan con el canto de fulía, género musical que presenta diferentes características en la región central (Litoral y Barlovento) no sólo en el aspecto melódico, sino en el acompañamiento instrumental.
En el centro, la fulía se acompaña principalmente con tambores, maracas y otros instrumentos, mientras que en Oriente se utilizan instrumentos de cuerdas como el cuatro, bandolín o bandola oriental y guitarra, acompañados por tambor y maracas. En algunos lugares del Oriente -estados Sucre y Nueva Esparta- se incorpora a este conjunto la marímbola o bajo, instrumento de ascendencia africana. Además de fulías se entonan en esta región, y en honor a la cruz, galerones, malagueñas, polos, jotas y puntos.
En los llanos se cantan los llamados tonos de velorio, que se acompañan con cuatro y bandola llanera. Se sabe que los velorios de esta zona del país se iniciaban con la melodía denominada Aguacerito de Dios, para solicitar agua para las sementeras.
En los estados Lara y Falcón también se emplea un conjunto de instrumentos de cuerdas en los Velorios de Cruz. En ambas zonas destaca el canto polifónico, de clara ascendencia hispánica.
Texto extraído del desplegable Venezuela Visual, editado por Fundación Bigott en el año 2008