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Tradiciones venezolanas

En la almendra del cacao cabe el mundo

La historia económica de Venezuela, desde 1650 hasta 1925, puede ser resumida en la historia del ciclo de dos productos: el cacao y el café. La exportación venezolana de cacao se inicia hacia 1607. Desde ese momento comienza su marcha ascendente hasta llegar a dominar la economía nacional durante un largo período, que culminó en 1830, cuando es sustituido en su supremacía por el café, aunque continuó siendo importante.

El cacao se cultivaba en los valles de la cordillera Central y en las vegas de los ríos de las tierras planas del centro. Poco a poco, el cultivo comenzó a desplazarse hacia el oriente del país, sobre todo en los valles del estado Sucre. Venezuela, entonces, producía exclusivamente cacao criollo, fino o de aroma, como ahora se llama. De todos esos tipos de cacao, el más reputado en Europa por la excelente calidad de su pasta y su inigualable aroma era el producido en los valles de un pueblecito de la costa aragüeña llamado Chuao. Allí se inició el cultivo de cacao en una hacienda fundada por el capitán Cristóbal Mejía de Ávila a finales del siglo XVI. Para mediados del siglo XVII ya el cacao producido en esa hacienda, en la que trabajaba un centenar de negros esclavizados, gozaba de mucha fama. A finales del siglo XVIII tenía 82.000 árboles de cacao y 200 esclavos.

En 1827, tras la Independencia, un decreto de Simón Bolívar la entregó a la Universidad Central de Venezuela que no pudo administrarla. Pasó así de mano en mano entre los preclaros próceres de la patria, que ostentaron el cargo de presidentes de la República: los generales José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Joaquín Crespo, Juan Vicente Gómez, hasta que pasó al Instituto Agrario Nacional. Actualmente sigue produciendo un excelente cacao aromático, mientras su aislamiento geográfico atrae turistas osados, que concurren en lancha desde Choroní a disfrutar de sus hermosos bailes de tambor, como los pintorescos diablos danzantes del día de Corpus Christi.

El oro Oscuro de Paria

A lo largo de la historia, el cacao sólo se ha cultivado con buenos rendimientos en las regiones húmedas intertropicales, de suelos especialmente aluvionales, sometidos a temperaturas que deben mantenerse sobre los 24 grados centígrados. Una buena extensión de la geografía venezolana ha sido privilegiada por la naturaleza para cultivar con ventajas competitivas las más calificadas variedades comerciales de este fruto. Las tierras de sus vertientes marítimas, regadas por corrientes de aguas son testigos de una larga tradición que se remonta hasta el pasado colonial. En la región pariana del estado Sucre, al oriente de este territorio, se desplegó desde finales del siglo XVIII el cultivo del cacao, hasta la tercera década del siglo XX, cuando esta economía agrocomercial empezó una temporada de depresión de la cual aún no logra recuperarse.

El cacao es una planta autóctona de la América Intertropical, y sólo dentro del ámbito de sus latitudes se ha podido cultivar en éste y otros continentes con provecho económico. Dentro de las amplísimas tierras tropicales, las regiones que reunen las condiciones físicas y meteorológicas óptimas para el cultivo del cacao, conforman en su totalidad una extensión relativamente corta y estrecha. Estas condiciones han dificultado una expansión general de sus plantaciones que exigen, a diferencia de otros cultivos agroindustriales, suelos agraciados por la fecundidad de los rayos del sol y lluvias abundantes y tibias, que logran combinarse en perfecto equilibrio en algunas zonas tropicales, dándole a esta planta una exclusiva atmósfera que ha hecho posible el desarrollo de una cultura del cacao con ventajas excepcionales aun sobre aquellos lugares en la América Tropical donde crecen espontáneamente formando extensos bosques naturales del theobroma silvestris.

Rafael Cartay, uno de los escritores en materia gastronómica más emblemáticos de Venezuela. Ganó el Premio Nacional de Nutrición, Gourmand World Cookbook Awards, Mejor Diccionario de Cocina, Gran Tenedor de Oro. Es miembro de la Academia Venezolana de Gastronomía.

Jonathan Reverón