Como en otros pueblos cristianizados por España, en nuestro país, además de las fiestas que se efectúan en torno a los solsticios de invierno y verano, existen las que son propias de los equinoccios.
La principal celebración del equinoccio de primavera posee remotos antecedentes en festejos que se llevaban a cabo en culturas babilónicas, griegas, fenicias y sirias, que fueron llevadas a los pueblos europeos durante el Imperio Romano.
En dichas culturas se conmemoraba el cambio estacional con rituales que incluían prácticas de ayuno y abstinencia, procesiones, purificación con agua, bendición del fuego, públicas demostraciones de duelo y alegría asociadas a la muerte y resurrección de algunos de sus dioses representativos dé la naturaleza.
Unos cuantos aspectos de estos rituales fueron reinterpretados por las numerosas y diversas sociedades donde se establecieron los romanos, gracias a la política históricamente ejercida por la mayoría de los pueblos conquistadores de no suprimir, al menos de hecho, las creencias y prácticas religiosas de los pueblos dominados. Este patrimonio pudo sobrevivir a las fórmulas impuestas, manifestándose de modo encubierto o solapado, aflorando en expresiones aparentemente secundarias o aisladas.
Los cristianos primitivos adoptaron ciertos elementos de estas tradiciones religiosas que pueden relacionarse con algunos ceremoniales de la Semana Santa, cuya celebración es coincidente con el inicio de la primavera. Los actos destinados a rememorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, incorporaron representaciones dramáticas que durante largos años se efectuaron en el interior de los templos, mucho más tarde las autoridades eclesiásticas determinaron que se realizaran fuera de ellos.
Estas manifestaciones destinadas a fortalecer la fe se extendieron especialmente en España, hasta el siglo XV y alcanzaron una importancia que hasta hoy se evidencia. El soporte de dichos eventos fueron y son en el presente, las hermandades y cofradías encargadas de organizar las representaciones de episodios referidos en el Antiguo y Nuevo Testamento, actuaciones que eran de gran atractivo para el público.
La expansión del cristianismo en América amplió los espacios a las celebraciones que intentaron reproducir con nuevos personajes y escenarios la esencia de la tradición arraigada en el viejo continente.
Aun cuando en épocas recientes ha sido estimulada la promoción de la Semana Santa como temporada turística, para un significativo número de venezolanos la asistencia a actos religiosos y la observación de preceptos durante este período, sigue siendo un ineludible patrón. Se han flexibilizado regulaciones de ayuno, vigilia y penitencia y reducido gran parte de costumbres y creencias populares relacionadas especialmente a los días que recuerdan el clímax del martirio de Jesús.
Fuente: Fiestas tradicionales de Fundación Bigott.