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Cultores

Homenaje a Eliseo Acosta

Cultor de tradiciones centenarias

(Diciembre 1950-Enero 2020)

Las celebraciones tradicionales de santos en Venezuela, su fastuosidad, la alegría que desborda, generalmente subsisten por el esfuerzo, devoción y energía de sus practicantes, es cierto que hay casos donde los municipios hacen aportes para contribuir con algunas necesidades elementales: promoción, fuegos artificiales, apoyo logístico, pero en general, gastos básicos que no determinan lo que la costumbre y la fe han establecido por siglos.

Las cofradías, organizaciones instituidas durante la colonia fueron congregando devotos en torno a la figura de un Santo o símbolo. Este también pudo haber sido el origen de la muy renombrada Parranda de San Pedro (es una leyenda la que relata la manera como se originó), festividad que en la actualidad ostenta la merecida distinción de “Patrimonio inmaterial de la humanidad”.

Es ahí donde justamente los nombres de sus practicantes adquieren el merecido lustre, Rojitas, Felipe Muñoz y otros como Rafael (“Pico”) Tovar, nombre legendario y de gran referencia entre los celebrantes, de sus cualidades, además de ser excelente improvisador, se le asigna haber participado en la histórica Fiesta de la tradición (1948) con motivo de la toma de posesión del presidente Rómulo Gallegos.

Para cantar al San Pedro/ No hace falta sino dos/ Este negro que les canta/ Y Pico que se murió”. (Copla popular de los sampedreños)

Eliseo Acosta, de grata recordación, es de los más recientes que ocupan lugar de mérito entre la galería de figuras que cumplieron por años un rol como sampedreño y luego viajaron a hacer compañía a San Pedro.

Para ser justo, sin embargo, hay que decir que La Parranda de San Pedro, al igual que todas las festividades está conformada por gentes, algunas caras más visibles que otras, pero ninguno de ellos podría destacar sin la presencia y participación activa de todos.

Eliseo Acosta, asumió la personificación de María Ignacia de la “Fundación Parranda de San Pedro”, como tal lo conocimos, fue muy cercano a la Fundación Bigott unas veces como profesor, otras como tallerista.

“Gran amigo…, servicial. Una vez llegué muy temprano y pude ver cómo se vestía, hasta los últimos detalles, llevaba incluso unas nalgas de cuero. Muy ingenioso, destacó con su diseño para elaborar los sombreros de los sampedreños, una especie de cepo que fue mejorando con el tiempo.”  (Antonio Zapata Coordinador de profesores de la Asociacion Autana, en Fundación Bigott, hasta hace unos tres años atrás)

Eliseo era quien (En Fundación Bigott) a mediados de junio de cada año, ofrecía sus talleres de elaboración de sombreros, eso lo hizo durante varios años. Fue fabricante de instrumentos de cuerda, conocimientos que adquirió afanosamente durante varios años en F.B. Cuando la emergencia apretaba, era el fabricante de los famosos “Pumpá” para sus amigos parranderos de las otras agrupaciones, muy por encima de posibles rivalidades.

Dirigió la banda musical que acompañaba las procesiones en su población, “a veces nos tocaba a los dos, dirigía él un rato y otro yo” nos contó Carlos Daniel, quien heredó de su padre la inclinación por la música junto a su hermano Gilberto, ambos violinistas formados en el sistema de orquesta: “él nos inspiró por la música y la tradición, y mi hermano Eliseo es un parrandero de la Fundación Parranda de San Pedro”.

eliseo2Llevó su personaje; María Ignacia, con mucho orgullo y entrega papel principal dentro de la parranda. Sombrero ancho del cual pendían sendas crinejas, vestido largo floreado, y maquillaje femenino… por contradictorio que parezca ver a un señor de bigotes con los labios pintados, era serenidad lo que transmitía, igual en sus desplazamientos y bailes. Aunque parezca sencillo esta figura es controversial si lo vemos desde otros ángulos, aunque en Guatire y Guarenas es parte de la costumbre aceptada.

“¡San Pedro, chico, me tienes olvidado!”, era la expresión que según él utilizaba para comunicarse con su patrón en esos momentos que sentía que las cosas no le iban muy bien. Nada raro a lo que sucede con otras tradiciones como San Antonio o San Juan, por ejemplo. Tanto tiempo con el Santo les da la confianza para hablarle amigablemente, y hasta en son de reclamo. Su taller de fabricación de instrumentos lo tenía en esa casa emblemática de exclusivo uso de la FPDSP. Un mal día llegó a esta casa y se enteró que sus herramientas e instrumentos ya no estaban, habían desaparecido la noche anterior. Tal vez fue uno de esos momentos que exclamó, “San Pedro, chico…” Eso no le amilanó, “Se hizo su taller nuevamente en la casa, varias de sus herramientas las fabricaba él mismo” (Carlos Daniel)

Eliseo era un personaje público, muy popular entre los suyos, por eso debe haber extrañado a sus familiares, vecinos y amigos quienes esa semana le estuvieron buscando y no daban con él… cada vez fueron más insistentes los llamados de su hijo a la puerta, hasta que decidió entrar a como diera lugar para encontrar con la evidencia innegable que el Santo Calvo había estado allí para ratificarle a su amigo que no lo había olvidado.

Desde Fundación Bigott nuestro modesto y sincero homenaje a quien fuera cultor de una tradición centenaria, profesor, tallerista de esta institución y, por sobre todas las cosas, gran amigo.

Agradecemos los aportes de Carlos Daniel Acosta, quien heredó de su padre el amor por la música y la tradición, y en los muy merecidos homenajes que hacen a su padre en la actualidad, recibió la honrosa distinción de ser quien sustituya a su padre como María Ignacia.

José Esteban Pérez Sira.