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Expresiones populares

Lara: Donde la brisa sopla con rima

Esas formas musicales y festivas cuyas raíces se hunden en lo más profundo del pasado histórico de las tierras larenses, son las que hoy día son reconocidas como símbolo emblemático de su cultura. Ellas son: el tamunangue, estructura coreográfica musical conformada por un conjunto de sones -de carácter festivo y devocional- y el golpe, género musical identificado como una variante regional de joropo. La fiesta de los Zaragozas cuyos inicios son también de vieja data- se ha venido a sumar a las celebraciones de gran popularidad que exaltan el gentilicio larense y el orgullo de los pobladores de Sanare.

Va de Tamunangue

Sin ánimo de exagerar, el tamunangue, o sones de negros, es la expresión danzaría musical coreográficamente más compleja y variada del rico repertorio de la tradición popular venezolana. Se trata de una sucesión de sones, donde se conjugan aspectos rituales, de galanteo, teatrales y complejas figuras danzarías, cuyas raíces parten de los ritos agrarios de nuestra población autóctona y se entreveran con los bailes de salón venidos de Europa y la rica polirritmia de la cultura negra esclava.

Se realiza como promesa a su santo patrón, San Antonio de Padua, al cual se le rinde culto popular el día 13 de junio. Su dispersión está muy localizada en las poblaciones del estado Lara, siendo las ciudades epicentros de esta manifestación El Tocuyo, Curarigua, Sanare y Barquisimeto. No obstante, por las migraciones urbano-rurales hoy pueden encontrarse grupos tamunangueros en Portuguesa, Yaracuy, Falcón y hasta en el Distrito Federal, la mayoría como grupos de proyección artística antes que cultores del rito tradicional.

El Tamunangue en la modernidad

El tamunangue no escapó -como era de esperar- al impulso transformador de la modernidad. Junto a las funciones tradicionales de cumplimiento de promesa, baile para el esparcimiento y la integración social, se agregaron las del beneficio económico, la representación con fines de espectáculo y el intercambio artístico y cultural. Es así como a partir de los años 40, el tamunangue comenzó a ser presentado en Barquisimeto, Caracas y otras ciudades del país; allende los mares, entre otros, cabe destacar su presentación en el Festival de la Juventud, en la Unión Soviética; el Festival Mundial de Artes Tradicionales, en Francia; el Festival de las Flores y los Frutos, en Ecuador; y la Feria del Azúcar, en Colombia. La televisión da a conocer los sones de negros y aparecen los turistas que no distinguen entre un son de promesa y otro donde ellos puedan intervenir.

Surgen las invitaciones para animar fiestas en las grandes ciudades que dan origen a los grupos con tarjetas de presentación. Los campesinos emigran a las ciudades y van creando barriadas en los alrededores de Barquisimeto; mudándose con ellos ese don para la música, la fe en San Antonio y la vocación gregaria, condiciones necesarias para que el tamunangue adquiera vida.

De manera que en nuestros tiempos podemos reconocer al menos dos espacios sociales de acción del tamunangue: el de la vieja tradición de los campos, caseríos y pueblos agrícolas y el tamunangue urbano. En este último se pueden distinguir: los grupos institucionales consolidados y con fines de proyección, los grupos que hicieron del tamunangue una forma de vida y el de las comunidades, las barriadas, que al tiempo que cumplen promesa y desarrollan un estilo propio de expresión tamunanguera, fortalecen sus vínculos de solidaridad social.

 

Texto extraído de la Revista Bigott #46, editada por Fundación Bigott en el año 1998