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Patrimonio cultural

Las Maracas: un instrumento indígena

La maraca es el instrumento más extensamente utilizado en los indígenas venezolanos tanto en el pasado como en el presente. Es común su uso en casi todas las tribus en ceremonias rituales de curación especialmente. Como antes habíamos apuntado, acompaña la vocalización del shamán en este tipo de actos y el instrumento empleado para estos fines tiene características diferentes a las que pueden ser utilizadas por otros miembros del grupo en otras ocasiones.

Refiriéndose a la maraca, Felipe Salvador Gilij, apunta su importancia como instrumento cuyo uso está extensamente difundido y se refiere a las funciones de los diversos tipos de maraca como sigue:… “ Y para comenzar por lo de los niños, hay que decir alguna cosa sobre la maraca, pues a menudo les tocan las madres para divertirlos cuando lloran. La maraca, pues, es una calabacita vaciada, con un mango de madera tosca y con piedrecillas dentro o con granos de vidrio para que suene. Este instrumento es usado también por los piaches, como ya contamos en su lugar; también lo usan en los bailes. Pero no es que según sus ritos no puede ser usada también en otras ocasiones.

En efecto, como ya decía, se la tocan las madres a sus niños para aquietarlos, y ellos mismos a su tiempo la toman en su mano para divertirse. Y les gusta tanto este rústico instrumento, que cuando llegan a mayores, en privado y en público la tocan todos”.

El contenido de las maracas muchas veces reviste para el grupo en que son utilizadas una gran importancia, y muy especialmente cuando se trata del instrumento para uso exclusivo del shamán, en cuyo caso las semillas, piedrecillas y otros materiales que contiene el receptáculo de calabaza, tiene poderes mágicos en la creencia colectiva del grupo. Cuando se trata de estas maracas, solamente el shamán -cualquiera que sea su nombre en cada una de las lenguas indígenas-tiene el privilegio tanto de fabricarlas como de utilizarlas.

Las maracas de shamán en muchas ocasiones tienen ornamentos de plumas de aves diversas y motivos geométricos, antropomorfos y zoomorfos grabados sobre la superficie de un fruto seco y vaciado de calabaza o de tapara que forma el cuerpo principal del instrumento. La maraca de shamán del grupo Guarao (hebu-amataro) es de dimensiones mayores a la de los demás grupos y se guarda en la casa del espíritu, especie de santuario; para ser empleada en los ritos de curación. Para este grupo, todas las enfermedades son reproducidas por influencias de los malos espíritus que se conjuran con el ruido que produce el instrumento, que también se emplea para alejar la tempestad.

Para sacarla de la cesta que la contiene -de forma rectangular con tapa- se utilizan una serie de prescripciones, generalmente lo hace el shamán en la oscuridad cubriéndola con un paño. Si la maraca en su manipulación se rompiese -según la creencia compartida- liberaría un espíritu que provocaría la muerte de los niños del grupo. Existen aquí también otro tipo de maracas; la que se fabrica también de tapara y que puede ser usada por otras personas del grupo-hombre, mujeres y niños- con motivos antropomorfos incisos en el instrumento, que utilizan en los ratos libres y también en las fiestas que se organizan en ocasión de nacimientos y bodas y en la danza colectiva que recibe el nombre de HABISANUKA.

La maraca Yaruro, a la que anteriormente nos hemos referido; se guarda en una cesta tejida especialmente para este fin y con ella acompaña sus cantos el Shamán en toda ocasión. Este debe ser una persona con gran capacidad para improvisar versos que son coreados por el resto del grupo y que son inspirados por los espíritus benefactores que se alojan en su cuerpo y transmiten a los Yaruros su mensaje en forma de canciones. La maraca de shamán del grupo Yecuana o Makiritare lleva mango tallado con las figuras antropomorfas de dos shamanes colocados espalda contra espalda y con los codos a la rodilla, en posición similar a la que -en las leyendas del grupo adopta Wanadí, el dios creador.

 

Texto extraído del libro Fabricantes del Sonido, editado por Fundación Bigott.