La radio en Venezuela desde un principio significó una esperanza. Caracas era una ciudad muy pequeña donde no había nada que hacer. Entonces, el atractivo de oír la radio era muy grande. Pero también había muchos temores, estábamos bajo el régimen del general Juan Vicente Gómez, y a pesar de que los pioneros de la emisora AYRE fueron el coronel Arturo Santana y un hijo de Juan Vicente Gómez, le tenían mucho temor a lo que podía pasar con la radio.
AYRE era una radio muy sencilla, como era el país, muy romántica, muy musical. Para haber sido radiodifusor tuve que ser primero radioyente, y no un radioyente común y corriente, sino un fanático de la radio. La imaginación es el gran poder que tiene la radio.
A diferencia de lo que se ve hoy en una telenovela o en una película, en la radio uno se imaginaba todo: los protagonistas, la selva, el río… Es algo muy difícil de explicar, algo que sólo me pueden entender algunos «adultos contemporáneos» de los que oyeron esa radio cuando no había televisión.
Ese fue el comienzo. Al principio era como un ensayo. La gente empezó a volverse muy aficionada a la radio, y la programación fue evolucionando. De AYRE a Broadcasting Caracas, y luego las numerosas emisoras que fueron apareciendo: Radio Difusora. Venezuela, la Voz de la Esfera -que así se llamaba Radio Continente-, la Voz de la Philco-después Radio Libertador, la Voz del Táchira, Ecos del Torbes, Ondas del Lago… En el interior surgen muchas estaciones y la programación era bastante variada, muy distinta a como es ahora, ya que cada estación tiene un estilo diferente y segmentado.
A comienzos de la mañana teníamos un noticiero; después un programa de complacencias, de peticiones, de los discos que quisieran oír. Hubo una época en la que hasta se ponían rollos de pianolas, pero ya más adelante comienzan los discos, las cintas y los programas para complacer las peticiones del público que llamaba por teléfono. Media hora más tarde, arrancaba un bloque de radionovelas, cinco o seis durante toda la mañana. Después, un famoso pianista como Aníbal Abreu, un organista como Salvador Muñoz, cantantes como Mario Suárez o Héctor Monte verde, el Trío Armonía… Había una serie de intérpretes que llegaban muy bien a la radioaudiencia en programas muy variados de un horario a otro. Por ejemplo, al mediodía, había el concierto de sobremesa, para después volver con radionovelas. En la tarde ya comenzaba la parte más alegre de la programación, que eran los programas en vivo.
Casi todas las estaciones tenían auditorios donde recibían a las grandes orquestas, a los artistas internacionales o nacionales que se presentaban en el país. También se hacían programas de concursos, como el famoso Galerón Premiado de Rafael Guinand, donde el público, inclusive del interior del país, mandaba sus reclamos. Ya en aquella época, en los años 40 y 50, la gente recurría mucho a la radio. El ciudadano común siempre se sintió mucho más cercana a la radio que a la prensa y, que a la televisión.
Era una programación muy variada que contaba con la participación del público. Muchas personas llamaban por teléfono para contar sus problemas, los cuales, en oportunidades, eran escenificados en programas como La Tremenda Jefatura, La Familia Buchipluma o El Cronista Pildorín. Mención especial merecen figuras como Carlos Fernández, René Esteves y Tomás Henríquez, los grandes productores de shows humorísticos y musicales, así como las figuras que nos alegraban con sus ocurrencias: Amador Bendayan, Charles Barry y Don Tito Martínez del Box y su Radio Rochela Radio.
Mucha gente pensó que la televisión acabaría con la radio. En realidad, le dio un buen golpe, pero no acabó con ella. La tecnología del satélite por televisión ha cambiado un poco esa parte de la emoción deportiva que sentíamos en la radio, pero igual ésta sigue teniendo seguidores. Los narradores tradicionales del béisbol y el boxeo siguen teniendo sus seguidores en radio, y muchos anunciantes también. A pesar de la televisión, la radio sigue siendo el medio más caliente, más inmediato, más cercano a la gente. Se habla de nuevas tecnologías, ya las conocemos, se habla de la automatización en los estudios de las emisoras, donde ya no necesitan a nadie sino al dueño que prenda las máquinas -son como pequeñas rockolas- y que cambie la música de vez en cuando.
Texto extraído del libro Conferencias: Foros Ciudadano Radio, editado por Fundación Bigott.