Las labores cotidianas del campo están acompañadas de cantos usualmente individuales, aunque también pueden ser grupales, que surgen de la faena y ayudan a suavizarla, evocando al hombre esencial que surgió del trabajo primigenio.
La costumbre de entonar cantos de faena ha ido desapareciendo con la introducción de nuevas tecnologías, sin embargo, aún continúa el llanero emitiendo su canto con fuerte voz o silbando melodías delante de las reses y en el ordeño. También es posible encontrar las labores de molienda y labranzas suavizadas por la entonación de los cantos.
En los estados andinos y haciendas cafetaleras del estado Lara, pueden escucharse cantos de recolección de café y en las ciudades, los que ofrecen servicios de casa en casa, como los heladeros, zapateros y amoladores de cuchillos van por las calles entonando sus pregones anunciando su peculiar oferta.
El canto de pilón ayuda a coordinar el duelo rítmico del mazo; el canto de arriero, a comunicar la dirección del ganado mientras lo apacigua para seguir la monta; el canto de lavanderas, acompaña la labor con la polifonía de las mujeres que lavan sobre piedras cantando simultáneamente; los cantos de minero, perpetúan la protesta que los negros marineros llegados a El Callao empleaban en contra del caporal; las cantas marineras, continúan pintando sus anhelos con cuartetas y décimas en el paisaje sereno del mar. Los cantos de buey, de salinas, de corteros y labranza, son otras de las muestras de fe del hombre que con sus melodías enaltecen la labor de la tierra.
La importancia de estos cantos no reside en un efecto utilitario y funcional, más bien si en la belleza de su introspección. Diálogos que convierten la actividad en una peculiar forma de ser, productiva y soñadora. Las características musicales cruzan algunos de los rasgos y circunstancias del oficio del que se desprenden. Se recrea lo repetitivo de la faena y cobra forma la interioridad de quien la entona.
Buena parte de su interés, más allá de sus contenidos estéticos y expresivos, es que los cantos de trabajo son testimonio de la pureza de un proceder artesanal. Una relación visual y auditiva que mucho dice de lo social en armonía con su entorno.
Creaciones espontáneas y colectivas que queda en la memoria nacional y es por ello por lo que algunos de estos cantos se han reconfigurado como referencias identitarias. Las canciones de ordeño, arreo y pilón aparecen como motivos en obras del nacionalismo musical de grandes compositores que marcaron en su obra referencias a ciudades que se alejan en el tiempo.
Los cantos de trabajo fueron declarados por la Unesco como patrimonio cultural inmaterial en el año 2017.
Fuentes:
Atlas de tradiciones venezolanas, Fundación Bigott y El Nacional 2005.
Calendario Cantos de Faena. Fundación Bigott 2020