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Cultores

Mujeres influyentes en la Cultura Popular

Rafaela Baroni, La señora de la Virgen

Talladora de imágenes sagradas, pájaros y otras figuras de excelente factura, Rafaela Baroni fue una artista de excepción, a quien solicitaban y conocían sus coterráneos como la Señora de la Virgen, por los milagros que la fe logró en ella y por destinar un lugar muy especial de su vivienda a exhibir tallas de la Virgen en diversas advocaciones. Nuestra Señora del Espejo -la primera que elaboró-, ocupa un sitio muy especial en un altar profusamente adornado, los exvotos, testimonio del fervor de los creyentes, donados como ofrenda por milagros recibidos, por la solución de algún problema de salud o de otra naturaleza. Además de tallar hermosas imágenes de madera y enseñar a niños y adultos su técnica, Rafaela Baroni es conocida por numerosas actividades, tales como su habilidad en la organización de eventos festivos y teatrales en los cuales participa activamente en las fechas que marca la tradición local. Sus conocimientos en el manejo y trato de algunas enfermedades, su solidaridad para con enfermos graves, a quienes ayuda a bien morir y encomienda a Dios en oraciones que desde pequeña aprendió.

María Rodríguez, la sirena de Cumaná

Cantante, cultora de la música popular de la región oriental, coreógrafa, compositora, arreglista, docente. Aprendió el baile y canto popular de la región oriental por contacto directo con estas manifestaciones. Comenzó, entre los seis y nueve años, a actuar en una comparsa y a través de su vida ha subsistido ejerciendo distintos oficios, incluyendo la actuación en fiestas populares y velorios; fue bolerista y cultora del teatro de calle tradicional en la región de Oriente. Con su tía, Aurelia Rodríguez, en improvisado teatrito, presentaba títeres; su más conocida escenificación es La muerte del torero. Desde 1963 hasta comienzos de los noventa estuvo adscrita a la Unidad de Difusión del Folklore de la Universidad de Oriente (UDO), donde enseñaba danzas tradicionales y dirigía las Comparsas Cumaná. Combina sus canciones con el colorido y el juego teatral de la comparsa, uniendo la picardía de su palabra creadora a la gracia de pies y manos, a la música, color y movimiento corporal. Enseñando a bailar joropo oriental pide realizar movimientos «pequeñitos, como si estuvieran sosteniendo el piso». Su repertorio de diversiones incluye representaciones de personajes y escenas ligadas a la tradición regional. El baile de la mariposa, El pavo real, La pesca; su mayor éxito ha sido un cuadro extraído de creencias populares, La oración del tabaco, despliegue de magia adivinatoria al servicio del amor. Su repertorio incluye joropo, fulía, aguinaldo, gaita, polca, golpe y estribillo, golpe de arpa, galerones, diversiones, zumba que zumba, polca, jota, fandango, merengue oriental; prácticamente todos los aires orientales

Mujeres venezolanas

María Ignacia para los Sanpedreños

Uno de los sustentos de esta fiesta popular es una leyenda que dataría del siglo XVIII, en la que se narra un suceso acontecido en una hacienda ubicada en Guarenas, donde una negra esclava llamada María Ignacia ve enfermar de maldeojo a su hija Rosa Ignacia. La madre recurrió al auxilio de los brujos, quienes practicaron variados ensalmes que no dieron resultado. La situación de la niña siguió igual. María Ignacia, desesperada, eleva sus plegarias a San Pedro, quien obra el milagro devolviéndole la salud a Rosa Ignacia. En agradecimiento, María Ignacia prometió al santo realizarle todos los 29 de junio -día de San Pedro y San Pablo- una misa. Al solicitar a los patronos el permiso para celebrar el rito recibió apoyo y aceptación, obsequiándole a los esclavos paltó, levitas y pumpas para ser lucidos en sus bailes y celebraciones. Esta tradición se ha mantenido desde entonces y así, cada 28 y 29 de junio se celebra la Parranda o Comparsa de San Pedro, en Guatire -en la ciudad propiamente dicha y en el barrio 23 de enero-, Guarenas, Chuspa, Santa Lucía y Ocumare del Tuy, principalmente. El personaje de María Ignacia es interpretado por un hombre, quien recuerda a Domitilo, su esposo, el cual se vio precisado en una oportunidad a sustituir a su esposa, que se encontraba enferma. De esta manera cumplieron con la obligación adquirida y preservaron la tradición. El personaje de La María Ignacia, como también se lo conoce, va ataviado con falda y blusa de llamativos colores, sombrero de cogollo del que penden dos trenzas, una almohada en el abdomen simulando embarazo y una muñeca de trapo en los brazos simbolizando a su hija Rosa Ignacia. En ocasiones toca el cuatro y va indicando los cantos dentro y fuera de la iglesia. Los personajes que siguen en jerarquía son los Tucusitos, quienes a lo largo del desarrollo de la tradición han venido a representar a los hijos de María Ignacia.

Teodora Torrealba

Artesana proveniente del caserío Loma de Curigua, sitio de Yay, distrito Andrés Eloy Blanco, estado Lara. Para 1987 se consideraba como «la locera de más edad y tradición» y como maestra de la artesanía tradicional, particularmente en una versión regionalizada que ha logrado imponer. En la realización de sus piezas «utilizaba el bruñido como forma de acabado final, y como expresión de íntima relación con la naturaleza y de sus creencias y prácticas ancestrales, la loza solamente en luna menguante, ya que esto le garantiza el éxito del quemado y la dureza de las piezas». Comenta Teodora que para el quemado de las piezas siempre respetaban «el reglamento de la luna. Hay que quemar en menguante para que no quede cruda. Las mujeres de ahora ven la luna que parece un pelito y siguen echando loza, pero les queda fortuita y sin fuerza». Su loza «se identifica por el bruñido y por su decoración realizada a base de motivos vegetales: hojas y flores en una escala mayor a la usada por el resto de las loceras». A Teodora le gusta para sus piezas la tierra «amarillita, lo mismo que el oro». Comenta que antes «Se traía en burro desde las canteras. Los sacadores se metían con lámparas de gas a buscarla, pero hubo un terremoto donde murieron machucados dos de ellos y no volvieron a sacarla más». Trabajos de Teodora han participado en la exposición colectiva «Trato con el Barro», realizada entre el 28 de noviembre de 1980 y el 11 de enero de 1981 en la Sala Cantv, Caracas. El 21 de septiembre de 1987 Teodora Torrealba es una de las participantes en el «Primer Encuentro Nacional de Ceramistas», Museo de Arte La Rinconada. Como final de la entrevista Rosa Bohórquez le preguntó: «Niña, ¿por qué si es tan exigente esta labor los hombres no participan?». Teodora le respondió: «¿Cómo no?, ¡A pues! Aquí está uno que es primo-hermano mío que ha hecho tinajas por encargo. Las quemó y las vendió. En el pueblo hay un hombre que hasta hace los quemaderos. Se llama Gregorio. El todo es tener interés, que es lo que permite aprender».

 

Textos extraídos de la Enciclopedia de la Música y del Diccionario de Cultura Popular, editados por Fundación Bigott.