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Cultura popular

Pesquerías Prehispánicas

Las poblaciones aborígenes que ocuparon la región litoral de Venezuela en épocas prehispánicas se concentraron al noroeste, en las costas del estado Falcón y en el noreste en las costas de Araya, Paria y el golfo de Cariaco, en el estado Sucre.

En la aridez de las costas falconianas, hace unos 12.000 años antes de Cristo, hubo bandas de cazadores y recolectores especializados cuya subsistencia estuvo condicionada por la presencia de una megafauna integrada por mastodontes o mamuts, megaterios o perezas gigantes y gliptodontes o cachicamos. En enormes mataderos o cementerios de esta fauna pleistocena, han aparecido junto a las osamentas, en el fango de probables manantiales, puntas de proyectil y raspadores que indican el desarrollo de una técnica para trabajar la piedra basada en el lascado y retoque por presión. Con este procedimiento fracturaban núcleos líricos, obteniendo lascas y pequeños fragmentos que eran desbastados para dar al instrumento la forma deseada.

Las puntas de proyectil lanceoladas, de bordes aserrados, con o sin pedúnculo en la base, eran fijadas en mangos de madera para formar lanzas arrojadizas. Los raspadores de piedra servían para trabajar la madera y para limpiar la piel y los huesos de la cacería. Como el nivel del mar era mucho más bajo que ahora se supone que en las costas se formaron llanuras litorales de gramíneas y selvas de galería por las que circulaban rebaños y grupos humanos buscando alimentos. Estas bandas de cazadores recolectores, integradas por individuos unidos por nexos de parentesco y por el trabajo cooperativo y solidario, – sacrificaban a los animales cuando éstos se acercaban a beber a las fuentes de agua, descuartizándolos allí mismo y la carne en presas era transportada a las cuevas o campamentos temporales que les servían de refugio, primero para la repartición entre los miembros del grupo y luego, para la cocción e ingestión.

De acuerdo al instrumental empleado, pusieron en práctica tres modalidades de cacería. Una directa, en la que los cazadores se acercaban a la presa, armados con piedras fijadas a mangos de madera y picas o varas largas con uno de los extremos afilado y endurecido por la acción del fuego. Una vez ubicado el animal, el grupo de cazadores lo arrinconaba y hostigaba hasta atontarlo golpeándolo con piedras. El sangramiento de las heridas producidas por las picas terminaba por debilitarlo. Los cazadores buscaban rendir al animal para luego rematarlo y descuartizarlo. Otra, semidirecta, permitía a los cazadores tener al animal un poco más distante, porque empleaban lanzas arrojadizas formadas por puntas agudas de piedra de forma triangular enmangadas a las picas. Estas resultaron más efectivas y seguras que las de madera pues el peso de la piedra hacía que la lanza penetrara mucho más adentro en el cuerpo del animal, produciendo así una muerte más rápida. Y una tercera modalidad en la que se incorporó el uso de un propulsor para impulsar dardos armados con pequeñas puntas de proyectil. De esta manera podían atacar a grandes animales a una mayor distancia y desempeñarse además en la cacería individual de pequeñas presas.

El modo de vida de estas poblaciones de cazadores en el estado Falcón, identificado con los yacimientos El Camare, La Laguna, El Jobo, Muaco y Taima Taima,- fue desapareciendo con los cambios climatológicos y la consecuente extinción de la megafauna. Hace unos 8.000 años antes de Cristo, en las costas de Paraguaná se comenzaron a sentir los efectos del deshielo en el hemisferio norte. La temperatura se hizo más cálida y subió el nivel del mar, inundando las franjas costeras. La fauna pleistocena fue pereciendo hasta extinguirse porque no pudo adaptarse a las nuevas condiciones del ambiente. Entretanto, los grupos humanos al depender para su subsistencia de la recolección, la pesca y la cacería de pequeños animales, desarrollaron otras técnicas basadas en el trabajo de la concha y el hueso.