La talladora de imágenes sagradas, pájaros y otras figuras de excelente factura, Rafaela Baroni fue una artista de excepción, a quien solicitaban y conocían sus coterráneos como la Señora de La Virgen por los milagros que la fe había logrado en ella y por destinar un lugar muy especial de su vivienda para exhibir tallas de La Virgen en diversas advocaciones. Nuestra Señora del Espejo, la primera que elaboró, ocupaba un lugar muy especial en un altar profusamente adornado.
Nativa de la mesa de Esnujaque (1935) y residenciada en Boconó, ciudad que tenía una significación muy especial, pues allí fue donde por primera vez se sintió libre, tuvo estabilidad y comenzó su trabajo como escultora, actividad que desarrolló ya de adulta a partir de un hecho milagroso con la Virgen del Espejo, a quien atribuye su devoción de su vista perdida por un desprendimiento de retina.
Además de tallar hermosas imágenes de madera y a enseñar a niños y adultos su técnica, Rafaela Baroni era conocida por numerosas actividades como la organización de eventos en las fechas que marcan la tradición local. Además, por su conocimiento en el manejo y trato de algunas enfermedades, su solidaridad para con los enfermos graves a quienes ayudaba a bien morir encomendándolos a las oraciones que aprendió desde pequeña y la habilidad que tenía para preparar a los difuntos y la dirección de los rezos acostumbrados en estas ocasiones.
Otras de las facetas de Baroni es la de escritora de poemas y prosas, cultivadora de café, tejedora de crochet como su madre y abuela, diseñadora y costurera de originales trajes que eran utilizados en los numerosos actos que programaba junto a sus vecinos.
La artista habitaba en una vivienda en la calle Bolívar de Boconó, que ella y su compañero adquirieron y que con el transcurso de los años transformaron y agrandaron con sus propias manos. Una de las dependencias de la casa es el espacio donde está el altar de la Virgen del espejo y el Museo que conserva sus piezas más apreciadas y significativas para ella.
Allí, durante períodos de tiempo, con sus sencillas herramientas desarrolló destrezas y evolucionó constantemente estimulada por la rica tradición popular trujillana y fundamentalmente por las creencias religiosas que tienen enorme importancia entre los pobladores del estado.
Rafaela Baroni falleció en Betijoque el 08 de marzo de 2021, pero su legado perdurará a través de sus obras y sus enseñanzas se multiplicarán a través de las personas que formó a lo largo de su trayectoria como una de las más versátiles y singulares artistas de nuestro país, referente del arte popular venezolano.